viernes, 20 de mayo de 2016

EN MEDIO DEL ÚLTIMO SUSPIRO

¿Quién soy? ¿Qué quiero en la vida? y ¿Qué dirección debo tomar?, son algunas de las preguntas que se están empezando a hacer los estudiantes de último año: la prom 2016. El tiempo ya empezó a correr y no da espera, no le importa qué tan bulliciosa sea nuestra mente suplicando un poco más de tiempo mientras piensa mejor las cosas.

Se acercan las decisiones importantes y si de pronto alguno piensa que once es el grado del “relajo” como suelen llamarlo  replantearé esta expectativa; si bien es cierto que el grado once ofrece experiencias únicas como último año y se nos conceden algunos beneficios para que sea un año más amenos, por supuesto disfrutamos, reímos, compartimos, aprendemos, bailamos, entre otras cosas.

Pero adentrándonos un poco más a los 63 estudiantes, se puede encontrar un mundo que toma diferentes formas, en el fondo cada uno sabe que se acerca el momento de definir el proyecto de vida; algunos lo tienen ya definido, otros no, de igual manera están los que van de un sí a un no y aparecen en nuestras mentes esas preguntas que nos obligan a examinarnos, luego llegan más preguntas que siguen agobiando nuestra mente. Ya analizándonos empezamos a pensar en la realidad, el medio que hace posible lo imposible, que realicemos el proyecto de vida: las oportunidades.

Nos llenamos de diferentes ideas y sentimientos para algunos más importantes que para otros, sin embargo, en determinado momento, suspiramos y nos acordamos donde estamos ahora, miramos hacia atrás y vemos todos esos años reunidos de estudio guardados en una caja acompañados de experiencias y conocimientos apunto de sellarse para salir del colegio con una maleta y miramos hacia adelante y vemos un camino que se está empezando a trazar por el cual caminaremos por el resto de nuestras vidas, un camino incierto que nos llena de emoción pero a la vez de miedo.

Entonces volvemos a la hora, aferrándonos tanto al pasado como al futuro y como buenos adolecentes, nos reímos internamente volviendo de nuevo a la clase de matemáticas, no antes sin dar cierre a nuestras divagaciones recordando que estamos en el último suspiro.


Danna Mariah Barbosa
LA SEMANA

Desde el martes 3 de mayo hasta el viernes 13 de mayo del presente año, se realizó la semana de evaluaciones en la institución educativa, una semana en la cual todos los días los estudiantes presentaron 2 exámenes de diferentes áreas en formato de preguntas de selección múltiple con una sola respuesta correcta.

Los alumnos de la institución fueron informados mediante un volante de cuáles evaluaciones presentaría y en qué día se haría, sin embargo, muchos de ellos no estaban preparados para la semana; a primera vista no se notaba mucho, el clima que se respiraba en las aulas era exactamente el mismo al de todos los días, eso sí, con unas cuantas bromas de más relacionadas a la propia jornada evaluativa, pero mientras más avanzaba el calendario, la tensión de algunos durante las pruebas se hacía evidente, así como los esfuerzos plausibles de otros que estudiaban hasta en los descansos .

A la hora de presentar una prueba, es normal ponerse nervioso y más aún cuando dicha prueba será evaluada y calificada. En nuestra condición de estudiantes una de las cosas que más nos afectan (a la mayoría) son las notas y cabe destacar el silencio infinito, la soledad en grupo y el temor a olvidar todo de un plumazo durante los exámenes, la paranoia de ser descubierto en pleno acto de copiarse, los ojos vigilantes del profesor tan penetrantes como una bala y tan fríos como el hielo;   todos estos factores podrían explicar la aversión que genera una evaluación a un estudiante y más en aquellos que memorizan para soltarlo todo en una hoja y olvidarlo cinco minutos después, en estos se genera una sobre carga al almacenar tanta información en una semana, al menos les quedan las nuevas neuronas no usadas en este proceso.

Por mi parte y como mensaje a todos nuestros lectores, les digo que en toda nuestra vida seremos evaluados de diferentes formas, más allá de lo académico, estamos en constante proceso de cambio, cambios que desde luego son evaluados por las personas ajenas a nosotros, desde nuestra forma de actuar, nuestros talentos, nuestra apariencia, nuestro diálogo, y otros factores de nuestro ser. Las evaluaciones así mismo, son importantes en nuestro desarrollo, nos advierten cuando algo está yendo por mal camino y en un sentido académico, son la mejor forma que tiene el docente para saber qué tal va nuestro proceso educativo, pues en un examen se separa el que memoriza del que aprende, el primero olvidará rápido y a más evaluaciones peor desempeño tendrá, el segundo por su lado, si ha aprendido realmente,  podrá presentar cuantas evaluaciones se le presenten y contestará bien.

Kevin Manrique